Pueblos del Olvido

Memoria e Historia de los pueblos españoles que fueron deshabitados

La Vansa – Lleida

El pueblo abandonado de La Vansa, es un pueblo que perteneció a la antigua jurisdicción señorial de “Baronia de La Vansa”. En esta jurisdicción, encontramos otros tres pueblos llamados Lluçars, Boada y Tòrrec y que actualmente pertenecen a la comarca de La Noguera, en la provincia de Lleida.

Este curioso pueblo medieval, se encuentra construido en el interior de una serie de cuevas o grutas naturales que aparecen acostadas a lo largo de las espléndidas paredes que delimitan el Barranco oeste de Fontfreda.

La singular belleza del enclave viene dada por su privilegiada situación. El despoblado de La Vansa, a cobijo de los vientos y de los foráneos, escondido entre las grandes y pequeñas grutas que se extienden a lo largo de toda la pared, da pie a un barranco repleto de vegetación, paz y tranquilidad.

Como señala David Bausà López en su magnífico trabajo acerca del linaje de Heráldo Bauzà “estas cuevas, de techos ennegrecidos, pequeñas ventanas o con solo una puerta (…), ofrecían cobertura y abrigo, pudiendo observar sin ser visto desde la oscuridad de la cueva. El hogar, de 50 metros de ancho por entre 15 y 25 metros de profundidad, contaba con una entrada, dos dormitorios pequeños, fuego en tierra y curiosas pero destruidas jarras para contener aceite, incrustadas en las paredes y de las cuales apenas queda ya la forma”.

Manteniendo la vista hacia poniente, podemos contemplar el entramado de desfiladeros formando preciosos cauces de agua dulce y bañeras naturales como la Peixera. Todo ello, está gobernado por el cercano pueblo de Tórrec, en lo alto de la montaña.

Todo este paisaje está concentrado en el nombre del pueblo. “Vansa” o “bansa”, es un topónimo que guarda relación con el agua (hidrónimo). Parece provenir de la palabra vasco-francesa “laban” y que significa suave o resbaladizo; lo cuál tiene mucho sentido y describe a la perfección la suavidad de la piedra erosionada por el paso del agua y del tiempo. No obstante, este pueblo ha sido descrito también como Lavança o Bausa.

Este pueblo medieval, que hoy encontramos completamente abandonado, estuvo habitado hasta mitades del siglo XX.  Sin embargo, su origen parece ser prehistórico.

A lo largo de todas las cuevas y grutas que conforman el poblado de La Vansa, se ha encontrado desde restos de sílice de origen prehistórico hasta restos de cerámica de la época medieval. Curiosamente, a través de la cerámica se han podido definir dos periodos de ocupación bien definidos: finales del siglo XI y principios del siglo XII  así como durante el siglo XVIII. Estas cuevas también sirvieron de cobijo durante la Guerra Civil Española.

Lo que hoy nos encontramos en este antiguo asentamiento son una serie de cuevas y/o grutas  naturales de diferentes tamaños. Destaca la llamada Cueva de La Vansa por ser la de mayor tamaño ya que mide unos 135 metros de largo, 21 metros de ancho y unos 9 metros de altura.

Gran parte de las edificaciones que encontramos en el interior de las cuevas, son de origen medieval. Podemos suponer que la forma y la utilidad de dichas construcciones han ido cambiando a lo largo de la historia, pasando de ser utilizadas como fortificaciones en la época medieval a pequeños refugios de montaña y corrales construidos por pastores y labradores de la zona.

A día de hoy, la referencia más antigua que tenemos al lugar de La Vansa es de 1010 donde el Conde Ermengol II de Urgell junto a la Condesa Ermessenda de Barcelona y su hijo el Conde Berenguer Ramón I, dotaron a la primitiva iglesia de San Miquel de Montmagestre con tierras en el mismo término.

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Sin embargo, durante el siglo XIV, también encontramos nombrada la iglesia de Santa Maria de Lavansa/La Bansa/La Bausa según la transcripción. Durante esta época, aparecen documentados 12 fuegos u hogares (1359).

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Esta pequeña parroquia de Santa María de Lavansa se encuentra en una de las 3 cuevas que forman el conjunto troglodita visible de La Vansa. Apodada como la “Cueva de la ermita de La Vansa”, consta de unos 13 metros y es de planta prerrománica aunque con detalles añadidos.

A estas dos cuevas, la Cueva de La Vansa y la Cueva de la Ermita o de la Iglesia, le acompañan otras dos o tres cuevas adicionales: La Cueva del Mármol, La Cueva de las Monjas y la Cueva del Vidrio. Todas y cada una de estas cuevas eran óptimamente aprovechadas por los habitantes de La Vansa; en una de ellas se trabaja el cáñamo, en otra el queso, otras eran corrales para bestiario y otras, servían cómo almacenes para los aperos de las abejas, entre otros menesteres.

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Además desde estas cuevas, sus habitantes eran autosuficientes pero aún así vendían a poblaciones vecinas sus excedentes, pues producían muchas hortalizas, maíz y legumbres en sus extraordinarias huertas tan bien regadas por el río, y aún así, en secano producían grano, olivos, uva, recogían setas, nueces, higos, mangranas y producían el llamado Aceite de Gengibre. Con el cáñamo fabricaban “espardenyes” (un tipo de calzado típico de la zona de Cataluña), cazaban también serpientes para fabricar ungüentos y recogían plantas con componentes medicinales, además cultivaban “Tana” para fumar y en el mismo río atrapaban anguilas, “roquerols”, pescado y crustáceos, además de fabricar “paranys/cercos de caza” que les servían posteriormente para atrapar a nutrias, zorros y tejones.

Con todo ello, le cuesta a uno imaginarse el día a día en el pequeño pueblo abandonado de La Vansa. En el interior de aquellas oscuras cuevas, protegidos de la intemperie y de los intrusos, han pasado multitud de personas, generaciones y culturas que a lo largo de toda la historia del Hombre, han sabido aprovechar los beneficios que ofrece tal singular paraje. A día de hoy, parece complicado sobrevivir en un entorno cómo el que tenemos enfrente de nuestros ojos, sin embargo, la protección que ofrecen las cuevas y la extraordinaria vegetación alimentada por las cristalinas aguas de los ríos que riegan la zona, permiten entender que nuestros antecesores escogieran este lugar para asentarse. Me llama la atención encontrar una parroquia en un lugar como este. Todo esto me lleva a plantearme muchas preguntas acerca de la forma que tenían nuestros antecesores de concebir la vida.

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2 Comentarios

  1. Rafael Torrech Montalvo 17 octubre 2020

    Saludos!!! Mi nombre Rafael Torrech Natural de Puerto Rico la isla caribeña, mis antepasados según me cuentan sus orígenes son de esa región, Tórrec (Torrech) para mi un enigma el origen de mi apellido aunque se es de origen toponimico, me gustaría saber donde puedo obtener más información.

    • AlvaroGV 19 noviembre 2020 — Autor de la entrada

      Estimadao Rafael,

      Antes de nada, gracias por escribirnos y por interesarte por tu bonito apellido.
      Ojalá pudiera ayudarte pero lo único que podría aconsejarte es que busques información por internet.

      También podrías ponerte en contacto con el ayuntamiento y pedir registros para ver si efectivamente el origen de tu família reside en Tórrec.

      Que tengas mucha suerte con la búsqueda y si consigues resolver tus dudas, escríbenos para saber de donde viene finalmente tu apellido!

      Un abrazo,

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